sábado, 18 de octubre de 2014

Despatologización trans

No fue hasta el año 1973 que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) excluyó de su Manual Diagnóstico y Estadístico de la Trastornos Mentales (DSM) a la homosexualidad; y recién en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la excluyó de su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).

Sin embargo, cuarenta años después de ese primer evento, ambos manuales siguen incluyendo la transexualidad, cómo bien explica Carla Antonelli en su artículo "La OMS dice que tengo una enfermedad mental". 



Pero para entender esto, hay que tener en cuenta dos puntos fundamentales; por un lado, la realidad actual de las personas trans (travestis, transexuales y transgénero), y por el otro, la fiabilidad de los aspectos diagnósticos de la Psiquiatría, y la veracidad de algunos de sus postulados.

Hace un tiempo leí un artículo muy interesante sobre la comunidad LGTB (que lamentablemente no recuerdo quien escribió para poder citarlx), que decía que mientras los gays, y hasta cierto punto las lesbianas, viajamos en primera clase en el barco de esta comunidad, las personas trans lo hacen en la bodega. Me pareció una imagen contundente. 

La personas trans sufren día a día de una discriminación más o menos explícita en lo laboral, educacional, sanitario, etc. Eso sin hablar de la transfobia, un hecho criminal que ha cobrado, y sigue haciéndolo, la vida de muchas personas. 

Recuerdo que en un taller de formación sindical sobre Igualdad LGTB, hablábamos de la discriminación laboral de este colectivo, teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales: el acceso al, y la conservación del empleo. Es una realidad que en lo que se refiere a las personas trans, el problema fundamental es el primero: el acceso al mercado laboral

Referente al tema educacional, niñas, niños y adolescentes trans sufren una clara discriminación, con prohibiciones para al acceso a colegios, expulsiones, y son además víctimas del acoso escolarbullying

En el aspecto sanitario, es necesaria una política que ayude a las personas en proceso de cambio de género; y que esta sea pública, gratuita y universal. Un ejemplo claro de discriminación en este aspecto es el caso de la retirada en España del fármaco Reandron, utilizado para el tratamiento hormonal de hombres transexuales.

Además de todo esto, hay que tener muy en cuenta la enorme cantidad de países que aún condenan la transexualidad, y la homosexualidad, con penas de cárcel y hasta de muerte... 

Con respecto a la Psiquiatría, ya a mediados del siglo pasado, el psiquiatra Thomas Szasz hablaba de el mito de la enfermedad mental, que se utiliza como un medio para el control social, a través de la estigmatización del diagnóstico


La Psiquiatría ortodoxa, a mi entender, respalda el hétero-patriarcado, por lo que no es sorprendente que incluya en sus manuales diagnósticos a la transexualidad, como hasta poco lo hacía con la homosexualidad. Y es este respaldo, en parte, el que "justifica" las políticas discriminatorias en sus distintas formas (legales, sociales, culturales, etc.).

Es verdad que en muchos países se ha avanzado mucho en cuestiones LGTB; pero todavía queda mucho por hacer. Es necesaria en todos y cada uno de los países una ley de identidad de género, como la que se aprobó en Argentina en 2012, y en Andalucía este año. Además es importante la formación en estos temas de lxs profesionales de la salud y la educación; así como la de los miembros de instituciones policiales y judiciales. 

Y por supuesto, es fundamental acabar con la patologización de la transexualidad; que desaparezca de todos los manuales diagnósticos de psiquiatría.

En tal sentido, os invito a firmar la petición a la OMS: La transexualidad no es una enfermedad mental.


No habrá una sociedad justa sin la inclusión, el respeto y la protección de todxs.


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